Jesús respondió: un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó. Cayó entre ladrones que le robaron todo lo que llevaba, lo hirieron gravemente y se fueron dejándolo medio muerto. Un sacerdote bajaba por aquel camino; al verlo, dio un rodeo y paso de largo. (Lc 10, 30-31).
Igualmente un levita, que pasaba por allí, al verlo, dio un rodeo y paso de largo. Pero llegó un samaritano, que iba de viaje, y al verlo, se compadeció de él. Se le acercó (Lc 10, 32- 34).
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