Espíritu divino, huésped
mío,
suave aceite,
tormenta electrizante,
aliento creador,
vivificante,
de aguas vivas
fecundo y santo rio.
Maestro y abogado en
quien confío;
gran Amor, que enamoras a
los amantes;
gran Dador, que donando
haces donantes;
gran Hoguera, que
quita todo frío.
Enciende nuestras
velas apagadas
y cura con tu aceite las
heridas,
alienta y oxigena las
moradas,
abrásanos con ascuas
encendidas,
y embriáganos,
mi Esposo y mi Señor,
con las dulces reservas de tu amor.
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